
Todo estuvo rico y muy ameno. Hablamos de cuentos familiares y de cosas del futuro bien interesantes.
El risotto, aunque no quedó como mi tío quería, estuvo estupendo. Mi tía fue el apoyo oficial de la sazón. Cada tanto, mi tío la llamada para que fuera indicando cómo iba quedando la comida. De postre, tuvimos melocotones y torta selva negra (de esas de Tío Rico).
Nada como una buena comida familiar.
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